Yoga como disciplina de los sentidos - 1° Parte
- Pato
- 25 mar
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Hoy en día Yoga es percibido como un tipo de ejercicio físico, al que se le suele adjudicar propiedades emocionales, espirituales, mentales y/o terapéuticas. A lo largo de los miles de años desde la primera aparición del concepto en el ṛg-veda[1] su significado y connotación ha sido múltiple. Sin embargo, hasta antes de su explosión masiva en occidente, su sentido más extendido fue el de disciplina espiritual. En este ensayo, buscaremos explorar la relación de esa primera acepción con la idea de la disciplina de los sentidos.
Yoga Sūtra

Comencemos por un de los textos tradicionales más famosos actualmente: el Yoga Sūtra de mahā-ṛṣi[2] Patañjali del siglo III a.C. Aquí se reafirma el sentido de yoga como disciplina espiritual al sostener que yoga es la maestría sobre la mente[3]. La mente es en este contexto el instrumento-función cognitiva. Es decir, el medio por el cual percibimos todo a nuestro alrededor, incluido nuestro propio cuerpo, emociones y pensamientos. Es el centro de comando de los sentidos, coordinando y a la vez interpretando la información que estos recogen[4]. Pero ¿de qué manera se entrelaza la disciplina espiritual con la disciplina sobre los sentidos? Desde la visión védica, la espiritualidad radica en poder reconocer la propia realidad-identidad ilimitada del ser, que es pura consciencia indeterminada y colmada de dicha (sat-cit-ānanda). Sin embargo, la persona se encuentra disociada de esta identidad, en buena parte, porque la información de los sentidos no es adecuadamente interpretada por la mente. Creemos que el mundo es como nos lo presentan los sentidos. Sin embargo, los sentidos no entregan información precisa sobre el mundo. Esto es algo que la ciencia moderna ha demostrado claramente, basta considerar las ilusiones ópticas. La experiencia del mundo se presenta entonces como carente e incompleta y la persona interioriza esta percepción considerándose a ella misma también como carente e incompleta. El problema es entonces cognitivo: el sujeto que observa (la persona o jīva) se identifica con el objeto observado (el mundo fenoménico o jagat).
Katha Upaniṣad

Aún antes de Patañjali, aproximadamente en el siglo V a.C. la katha upaniṣad propone que:
«Esta posición en la que los sentidos están firmemente controlados es conocida como unión (yoga). Se debe mantener ahí una constante vigilancia porque este estado viene y va». Katha Upaniṣad II, 3, 11.
En la tradición védica se suele dar un ejemplo para ilustrar como funciona la mente (instrumento cognitivo): se la compara con un cristal. Tal como un cristal, la mente toma la forma de lo que observa, siendo difícil diferenciarla del objeto observado. En esto radica la identificación aparente del sujeto con el objeto. Aún más, si el cristal se va tiñendo con el paso del tiempo, es cada vez más distorsionada la mirada. De esta manera, el yoga es un estado psico-físico imperturbable ante los estímulos en el que la mente-sentidos no es teñida por los fenómenos, lo que establece la base para el desarrollo espiritual.
Esta base es la que confiere a la persona la posibilidad de reconocer su verdadera naturaleza como pura conciencia ilimitada y libre. Este estado, en tanto que disposición del conjunto cuerpo-mente-sentidos, es variable. Es por esto que debe desarrollarse una disciplina para sostener fluidamente dicho estado, a la vez que esta misma disciplina confiere la habilidad de poder recuperarlo naturalmente cuando se suelta. Ādi Śaṅkarācārya comenta a este verso:
«Para establecerse ahí (en el estado de yoga) hay que cuidar la atención de la mente (…) Porque el yoga está sujeto a progresos y caídas. Por eso la vigilancia es necesaria, para evitar la caída».
Haṭha Yoga
Haṭha yoga es un fenómeno del que tenemos referencias escriturales desde alrededor del siglo XI d.C.[5] en India en el marco de lo que podríamos denominar hoy, con muchas licencias por cierto, como contra cultura. A grandes rasgos, podemos decir que busca la purificación del cuerpo físico, energético y mental como forma de sublimación de las limitaciones del mundo cotidiano. Propone una serie de prácticas físicas consideradas como tapas (austeridades e incluso mortificaciones) que ya en su propio tiempo eran vistas como extremas y extrañas. La misma palabra haṭha significa violencia, fuerza u obstinación.[6]
Las diversas prácticas del haṭha yoga son medios para purificar la mente. Y muchos de estos medios implican llevar el cuerpo al extremo incluso dañándolo y atrofiándolo, como forma de disciplinar los sentidos de manera que la mente no se vea teñida por la experiencia y pueda enfocarse en el crecimiento espiritual. Reconocer que el cuerpo no determina la mente, sino que la mente está por sobre el cuerpo.

Encajando las piezas
A pesar de que las muchas prácticas extremas de los haṭha yoguis no sean un fenómeno extendido al yoga en general, es interesante como se puede trazar un hilo conector desde la Katha Upaniṣad pasando por Patañjali y llegando hasta el haṭha yoga: el punto de inflexión en el desarrollo espiritual está en la mente. Es decir, en como percibimos e interpretamos y en la forma en que nos relacionamos con esa interpretación.
Es la lectura sobre el mundo fenoménico (incluido el propio cuerpo-mente) la que determina el logro del yoga.
«Si se domina siddhāsana (postura sentada) y se logra contener prāṇa (respiración) con la práctica de kevalakumbhaka (suspensión espontánea de la respiración), no son precisas las demás āsana-s (posturas)». Haṭha Yoga Pradīpikā 1.41
Yoga es entonces un conocimiento-práctica esencialmente mental, en donde se utiliza el cuerpo, la respiración y la meditación como medios para entrenar la mente. Es la confusión mental la que realmente se interpone en reconocer la libertad y es por lo tanto el ámbito más importante a desarrollar. Dicho de otra manera, se puede alcanzar la libertad con un cuerpo dañado, pero no se puede alcanzar con una mente atrofiada.
Haṭha Yoga Moderno
En el mundo mainstream contemporáneo la idea de yoga está distorsionada al punto en que se entiende yoga como ejercicio físico, y haṭha yoga como un sub-tipo específico de ese ejercicio físico más general llamado yoga. Abundan en internet sitios especializados que enumeran los “tipos de yoga: haṭha yoga, Iyengar yoga, ashtanga yoga, vinyasa yoga, kundalini yoga, etc.” En realidad, todos estos tipos de yoga que nombramos anteriormente y los muchos más que surgen cada día en este contexto, son más bien formas modernas de haṭha yoga. La gran mayoría de las veces mezcladas, diluidas y resignificadas de acuerdo al interés del consumidor de turno. El punto es que en general ese consumidor no está buscando lo que el yoga como tal entrega, tampoco sabe realmente de que se trata y los vendedores de yoga moderno no suelen estar en mejor posición. Entonces, la lógica de mercado se traduce en que se ofrece lo que sea que la persona quiera mientras esté dispuesta a pagar por ello.

Esto no significa que los medios del yoga no deban evolucionar y adaptarse al contexto. Muy por el contrario. Lo que realmente está definiendo al yoga como tal es su enfoque holístico, su visión sobre la naturaleza del ser humano y su objetivo final: la libertad. El gran revitalizador del yoga moderno Śrī T. Kṛṣṇamācārya, siendo un brahman tradicional, fue también un innovador que supo adaptar la práctica al contexto sociocultural de su época y las necesidades de sus estudiantes. El mismo descartó muchas de las prácticas extremas del haṭha yoga medieval por considerarlas innecesarias, realzando el valor de las āsana-s (posturas) y otras herramientas yóguicas por su función más que por su forma.
«El yoga debe adaptarse a la persona y no la persona al yoga». Śrī T. Kṛṣṇamācārya
¿Qué es la libertad? ¿Cuál es la relación entre la disciplina de los sentidos, el estrés y la libertad? ¿Cómo orientar una práctica que, siendo beneficiosa para el cuerpo, mantenga el foco en construir una mente más fluida y estable? ¿Puede una mente fluida y estable ayudarme a reconocer la naturaleza de la libertad? ¿Cuál es el rol de la meditación?
Exploraremos estas preguntas en la segunda parte y final de este ensayo.
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NOTAS
[1] Datado aproximadamente 1.500 a.C. es el más antiguo de los 4 vedas, los textos sobre los cuales se sostiene toda la cultura de la India. ↑ Volver al texto ↑
[2] Mahā: gran |Ṛṣ: el que ve (la realidad tal como es), sabio. ↑ Volver al texto ↑
[3] “yogaḥ citta vṛtti nirodhaḥ” Yoga Sūtra 1.2. ↑ Volver al texto ↑
[4] En la tradición védica se reconocen 10 sentidos-órganos (indriya-s), de estos 5 son de percepción llamados jñānendriya-s (audición-oídos [śrotra], tacto-piel [tvak], visión-ojos [cakṣus], gusto-lengua [jihvā] y olfato-nariz [ghrāṇa]) y 5 son de acción conocidos como karmendriya-s (boca [vāk]; manos [pāni], pies [pāda], genitales-uretra [pastha] y ano [pāyu]). Se suele también afirmar que la mente (manas) es el 11° indriya. Es interesante observar como en este esquema se reconocen tácitamente las vías aferentes y eferentes del sistema nervioso, al establecer una unidad sistémica entre el conjunto de indriya-s abocados al ingreso de información y su contraparte dedicada a la salida. Primero está la entrada de información, luego un procesamiento-interpretación, y finalmente una salida en forma acción-respuesta. Toda acción es realmente una reacción. ↑ Volver al texto ↑
[5] Aunque el Amṛtasiddhi (logro de la inmortalidad) del siglo XI d.C. es considerado el texto más antiguo sobre haṭha yoga, es probable que como fenómeno oral y práctico exista desde mucho antes, así como también que se hayan escrito textos previos que desconocemos. ↑ Volver al texto ↑
[6] Apte's The practical Sanskrit-English dictionary. | La traducción de Haṭha como unión del principio masculino-solar (ha) y el femenino-lunar (ha), si bien es contemporánea al haṭha yoga medieval, es más una interpretación y re-signifiación esotérica, que una traducción etimológica propiamente tal. ↑ Volver al texto ↑
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